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07 abril 2006

Hijos adolescentes


Siempre hemos escuchado la frase de brecha generacional o escalón generacional para referirnos a los problemas que surgen entre padres e hijos como consecuencia del choque de culturas y de educación que se produce.

Sin ir más lejos en los últimos días los medios de comunicación se han hecho eco de los recientes estudios acerca de los problemas de nuestros adolescentes, de sus inquietudes y de sus ilusiones y proyectos, el resultado no ha de extrañarnos los problemas parecen haberse acrecentando, la educación de nuestros jóvenes se ha relajado, se ha realizado en un ambiente menos rígido y más democrático, donde se intenta el diálogo aunque en muchas ocasiones lo único que produce son mayores diferencias, ya que pone de manifiesto que los principios, inquietudes y justificaciones de comportamiento de nuestros hijos son muy diferentes a las nuestras.

Nosotros somos la generación de la transición, de la lucha contra la dictadura y del resurgir de los derechos democráticos, nuestra forma de pensar estaba condicionada por una situación política concreta y nuestros objetivos y metas en la vida estaban claros. Sin embargo los jóvenes de ahora han nacido en democracia, con libertad de expresión, con conceptos de igualdad que en muchos casos han interpretado como falta de respeto a los mayores, esa educación la mayoría de las veces se ha basado en el razonamiento y la explicación y casi nunca en la imposición y la obediencia, y ahora nos hemos dado cuenta de que sus valores han cambiado y lo importante para ellos es la diversión y no el trabajo, el día a día y no el futuro, el dinero fácil y no el resultado del esfuerzo, las relaciones personales y no la política y la religión.

En este ambiente y para complicar las cosas se encuentran con un fácil acceso a las drogas, que son más abundantes y variadas, y para colmo han bajado de precio. Y si no las drogas, se han inventado el botellón que les permite un consumo de alcohol en mayor cantidad y más barato.

También se ha producido un cambio sustancial con respecto a nuestra juventud y es la posición de la mujer, que antes era más comedida y presenciar nuestros actos, nuestras borracheras,... sin participar, pero que ahora ha realizado una inmersión total, participando de los botellones y de la droga como el que más, y rebelándose doblemente como joven y como mujer.

Y en todo este maremagnum los padres nos sentimos perdidos, no sabemos si dialogar es un síntoma de madurez o de flaqueza, si debemos rehuir el enfrentamiento o enfrentarnos y colocar cada cosa en su sitio, pues de nuestros actos también depende la paz familiar y no siempre los cónyuges están de acuerdo en la manera de proceder. En definitiva nos encontramos ante una situación muy compleja que hay que tratar con mucho tacto y en la que llegamos en ocasiones a la conclusión de que quizá haya que recurrir a los especialistas, psicólogos y psiquiatras, para encontrar solución a nuestros problemas. Suerte a todos.

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