Sin duda el primer Grand Slam de la temporada, el que se celebra en Melbourne, nos da una medida de la situación en que se encuentran los tenistas; aunque ello no significa que su actuación posterior sea siendo la misma.
Rafa Nadal llegaba con poco ritmo de juego y un físico aún no recuperado, encima ha tenido otros problemas. Llegar a cuartos pude entenderse como un éxito en esta situación, máxime con partidos a cinco sets y la ruda climatología australiana. Sin embargo, Rafa debe mejorar, sin prisa pero sin pausa.
En este duro torneo llegar a los últimos cruces es muy difícil. A los partidos de semifinales han llegado Djokovic, Murray, Berdych y Wawrinka y, todo sea por el tenis, nos han dado una lección de juego. La dureza de los intercambios, las habilidades de otros, la estrategía de cada punto. Al final han dominado los más completos, Djokovic y Murray. Dos jugadores que se agarran a la pista como nadie, que saben defenderse y contragolpear, que no dudan en el resto y que a la hora de intercambiar golpes pasan de uno a otro con facilidad, plano profundo, revés cortado, cambios de dirección, dejadas oportunas e incluso cuando lo necesitan saque definitivo.
En mujeres ya se ha jugado la final y, creo que entre las dos favoritas, la norteamericana Serena Williams y la rusa María Sharapova. El triunfo una vez más para la jugadora de color, que necesitó tan solo dos sets para derrotar a la rusa.
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