Djokovic ha vuelto a alzar la copa de campeón del Grand Slam celebrado en Melbourne. Para ello ha tenido que imponerse en un magnífico partido al escocés Andy Murray, que jugaba su cuarta final. El partido ha sido intenso en los dos primeros sets, en los que tras sucesivas roturas de servicio se ha llegado al juego de desempate, en el primero se ha impuesto el serbio, mientras en el segundo lo ha hecho Andy, consiguiendo una remontada que prometía mucho más. En estas dos mangas los puntos han sido largos, ambos jugadores han preparado cada jugada, aunque ha habido saques directos, lo mejor ha sido ver como dos auténticos gladiadores se estiraban para alcanzar la bola, golpeaban de revés a revés, de derecha a derecha, hasta que alguno se jugaba un paralelo o intentaban romper al contrario con una dejada. Hay que quitarse el sombrero ante estos dos jugadores que han dado un impresionante espectáculo.
Lástima que Murray se desinflara en el tercer set, no sabremos si las pillerias de Nole ayudaron, de pronto se quejaba del tobillo, para después olvidarse y jugar como un poseso. Al serbio siempre se le ha acusado de usar estas argucias, unas veces las lentillas, otras los calambres, hoy desde el comienzo el pulgar,... No obstante, hay que decir que fue el mejor en la pista y se llevó el trofeo dignamente.
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