La proximidad de las elecciones municipales y autonómicas y posteriormente las nacionales parecen que han hecho despertar aún más a los partidos políticos que afinan sus discursos y atacan directamente al cuello del adversario. El gobierno se encuentra en el centro de todas estas batallas acosado desde el principio de la legislatura por el PP, y a la que ahora se unen los extremos nacionalistas, ERC en Cataluña dando una de cal y una de arena, llevando al ridículo al gobierno de coalición presidido por Montilla que a pesar de su inexpresiva faz debe encontrarse anonadado ante las salidas de tono de sus coaligados y en frente como siempre CiU haciendo gala una vez más de su sentido de estado y de su compromiso con la legalidad vigente. Esperemos que estas posturas de los republicanos no mermen aún más las posiciones del gobierno de ZP.
Al otro extremo el intento de los batasunos, nacionalistas ultraortodoxos vascos, que realizan su primer amago de intentar inscribir o registrar una nueva formación política sin haberse movido apenas un ápice, pero dando a entender que desean participar en la contienda política acudiendo a las municipales. Este movimiento ha sido inmediatamente interpretado por el PP adelantándose al análisis y al estudio de los estatutos de dicho partido por la instancia correspondiente y lanzando al aire la consigna de que Zapatero ya ha dado su visto bueno y ha cedido a las pretensiones de Batasuna.
A todo ello y como anécdota esperemos que el café que tomamos todas las mañanas lo bajen a 80 céntimos y todos podamos disfrutar de unos precios más populares. Aunque tan solo sea anecdótico porque supongo que el presidente hace mucho tiempo que no paga un café sirva para decirles a los políticos en general que hay que acercarse más al pueblo que los problemas de los ciudadanos no son la política de trincheras en las que se discuten posiciones inmovilistas, en las que se lanzan pedradas sin cesar y el todo vale, los ciudadanos tienen otros problemas, la carestía de la vida, el pago de la hipoteca, el trabajo de los jóvenes, la deslocalización de las empresas, las listas sanitarias, el medioambiente cada vez más contaminado, la dependencia excesiva del ladrillo, el precio de las viviendas, la justicia lenta y a veces excesivamente politizada, el incremento de la delincuencia, la inmigración y los problemas que se crean a su alrededor,.... y así podríamos seguir. Porque el problema del terrorismo de ETA, ha estado siempre ahí y todos hemos tenido claro cuales son las herramientas para combatirlo, y todos estamos de acuerdo en que lo que hay que lograr es la paz y el abandono de esas posiciones violentas.
Pero bueno, el río aparece revuelto y habrá que aprovecharlo para pescar lo más posible.
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