Las distintas campañas de tráfico con objeto de disminuir el número de accidentes y con ello el número de victimas tanto muertos como ciudadanos con graves secuelas físicas, han ido fluctuando desde los anuncios en los que se visualizaban escenas de gran carga emocional, a la amenaza que supone el carne por puntos y a la presión económica en forma de multas cada vez más cuantiosas. Algunas de estas campañas hacen referencia al uso del casco y del cinturón de seguridad, castigándolas con multas de 150 a 300€ y retirada de tres puntos del carne, asimilándolas a actuaciones como la conducción bajo los efectos del alcohol o las drogas, o la conducción temeraria a gran velocidad. No comprendo la similitud entre ambos hechos, no comprendo el riesgo que puede producir en los demás el hecho de no llevar el cinturón o el casco, ya que son riesgos para la propia vida, para el que no utiliza alguno de dichos elementos, pero no significan en ningún momento peligro para los demás.
Como padre comprendo que mis hijos deben utilizar estos elementos de protección porque su no uso supone un riesgo para sus vidas, pero no comprendo por que las autoridades locales y nacionales cuando van a sancionar alguno de estos hechos traten a los infractores como si hubieran realizado una conducta o un acto en contra de la sociedad. Creo que actuaciones como las de un pueblo andaluz en el que se premiaba a los jóvenes que utilizaban el casco con un vale para gasolina, o una explicación razonada es más valiosa que la amenaza o el hecho de la sanción, sin dar en ningún momento la oportunidad de explicación o disculpa. Esa rigidez con la que los agentes de la autoridad se dirigen a nosotros es algo que jamás comprenderé cuando se trata de omisiones como el no uso del casco o del cinturón. Parece como si actuaran con ánimo reacudador, en lugar de actuar como forma de persuasión para que los conductores sean conscientes del riesgo de la no untilización de los elementos de seguridad indicados.
Está claro que es por el bien de los chicos, pero no creo que deba llevarse a extremos en los que ante el temor a recibir una denuncia, o a no poder discutir con los agentes haga que los chicos en lugar de aceptar que es una medida para su seguridad lo tomen como un acoso policial, así se producen situaciones en las que ante el alto de los agentes los chicos se dan a la fuga e intentan despistarlos con la consiguiente encadenación de faltas a la autoridad, que en algunos casos incluso puede llegar a más, especialmente cuando son jóvenes tanto la policia como los infractores, no hay nada más que darse una vuelta por los periodicos locales y ver lo que sucede. Más pedagogía y menos policía podrían llegar a gritar, sobre todo cuando estando parados siendo denunciados por no usar casco ven como pasan y pasan motos en las que todos sus conductores van sin él, sobretodo los mayores a los que parece que la policia local no los considera con la mismas obligaciones.
Como padre comprendo que mis hijos deben utilizar estos elementos de protección porque su no uso supone un riesgo para sus vidas, pero no comprendo por que las autoridades locales y nacionales cuando van a sancionar alguno de estos hechos traten a los infractores como si hubieran realizado una conducta o un acto en contra de la sociedad. Creo que actuaciones como las de un pueblo andaluz en el que se premiaba a los jóvenes que utilizaban el casco con un vale para gasolina, o una explicación razonada es más valiosa que la amenaza o el hecho de la sanción, sin dar en ningún momento la oportunidad de explicación o disculpa. Esa rigidez con la que los agentes de la autoridad se dirigen a nosotros es algo que jamás comprenderé cuando se trata de omisiones como el no uso del casco o del cinturón. Parece como si actuaran con ánimo reacudador, en lugar de actuar como forma de persuasión para que los conductores sean conscientes del riesgo de la no untilización de los elementos de seguridad indicados.
Está claro que es por el bien de los chicos, pero no creo que deba llevarse a extremos en los que ante el temor a recibir una denuncia, o a no poder discutir con los agentes haga que los chicos en lugar de aceptar que es una medida para su seguridad lo tomen como un acoso policial, así se producen situaciones en las que ante el alto de los agentes los chicos se dan a la fuga e intentan despistarlos con la consiguiente encadenación de faltas a la autoridad, que en algunos casos incluso puede llegar a más, especialmente cuando son jóvenes tanto la policia como los infractores, no hay nada más que darse una vuelta por los periodicos locales y ver lo que sucede. Más pedagogía y menos policía podrían llegar a gritar, sobre todo cuando estando parados siendo denunciados por no usar casco ven como pasan y pasan motos en las que todos sus conductores van sin él, sobretodo los mayores a los que parece que la policia local no los considera con la mismas obligaciones.
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