El Real Madrid recibía a todo un Nápoles en racha que tenía el apoyo del argentino, antes jugador napolitano, Maradona. El "pelusa" considerado entre la hinchada argentina como un rey acudió invitado por el equipo italiano con objeto de dar un plus a sus jugadores, y tras minuto de charla en el vestuario, los tifosi encararon el partido adelantándose en el marcador con un gran gol. A partir de ese momento a los blancos les tocaba trabajar e irse hacia delante para darle la vuelta al partido.
Y como casi siempre, los merengues se pusieron el mono de trabajo y de la mano de Benzema, Modric y Ronaldo lograron ganar el partido, 1-3, que podía haber sido más de no ser por Reina, y que deja todo a la vuelta en San Paoli, estadio envenenado con una afición escandalosa que apoya a su equipo haciendo del campo un infierno.
Pero no quiero terminar sin dedicar unas palabras al astro argentino, bueno astro ya no es, más cuando se le ve muy perjudicado por los excesos. Sin duda es la consecuencia de un éxito excesivo de sus tiempos de jugador, pero utilizarlo de la manera en que lo han hecho desde la directiva napolitana, como un símbolo, rodeado de guardaespaldas y acompañado de su joven novia, dando continuos escándalos, no creo que le haga bien ni al fútbol ni al equipo italiano.
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