Comienza Wimbledon, el Grand Slam sobre hierba en el que
tanto sufren los jugadores españoles a pesar de haberlo ganado en unas cuantas
ocasiones, Santana, Nadal, Conchita,... No es la superficie idónea, favorece el
saque y los intercambios cortos, además el bote de la bola es tan bajo que hay
que flexionar todo el tiempo, hay que esperar varias rondas para que la pista
se vuelva más lenta y es entonces cuando los españoles funcionan mejor.
Esperemos que en el camino de nuestros candidatos no se crucen esos camicaces
del plano que se lo juegan todo a un golpe y que, paradojas de un deporte tan
preciso, les entra todo.
El comienzo del torneo ha coincidido con el enfrentamiento
entre jugadores y federación por el nombramiento de Gala León como capitana de
la Davis. El clamor generalizado fue de sorpresa, de incredulidad, no porque
fuese una mujer, sino por la falta de experiencia que en estos temas tiene
Gala. No fue una super jugadora, era buena como muchas, pero no tiene
experiencia con jugadores de la ATP, casi ninguna en el circuito y menos en la
Copa Davis. Lo suyo era que el presidente la hubiese nombrado capitana de la
Copa Federaciones, para coger bagaje. A
colación de este enfrentamiento jugadores-federación han surgido críticas que
hasta el momento se silenciaban, nulo apoyo a los jugadores, falta de
comunicación, ausencia federativa cuando más se necesitaba,.... esas son las
respuestas a la insinuación de los dirigentes de falta de compromiso de los
jugadores y de ser unos peseteros.
No olvidemos que este deporte es especialmente individual,
los que llegan deben administrarlo todo, su entrenador, su preparador, su
fisio, su entorno..., y si no hay triunfos, no hay ingresos. Quiere eso decir
que dependen de si mismos en todo. Sin embargo, sus éxitos son de todos hasta
de una Federación orgullosa que es sobretodo apariencia.
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