Si alguien marca la diferencia en el mundo del fútbol, sin duda es el argentino Messi. Este jugador cuando tiene el balón en los pies se convierte en un auténtico peligro, que desnivela cualquier situación. El sábado salió dispuesto a ganar y marcó dos goles, el primero una auténtica obra de arte, mientras que el tercero y definitivo fue una muestra de su anticipación. El resultado final 3-1 es justo e indiscutible, los vascos lo intentaron pero la calidad de los blaugranas se impuso.
Pero este triunfo deportivo se vio ensombrecido por la sonora pitada del público al himno español, la final es una fiesta y los que acuden quieren divertirse, pare ello no importa no respetar un símbolo político, en este caso el himno y la presencia del rey. Sin embargo, un acto tan bien planteado es un claro indicio de que todo estaba bien planificado, no solo las placas de plástico que conformaban las banderas, sino los pitos que se repartían en la entrada y seguro que las consignas que los independentistas de una y otra comunidad dieron a los seguidores de los dos equipos. Si en lugar del himno de España se hubiese pitado al de Cataluña o al del Pais Vasco, es seguro que todos se hubieran lanzado hacia la acusación de falta de respeto, opresión, colonización y atentado contra los símbolos de estas nacionalidades. En fin, separemos deporte de política.
No hay comentarios:
Publicar un comentario