El fin de semana pasado nos trajo dos grandes éxitos deportivos: en tenis la victoria de Nadal que confirma la recuperación del número uno de la tierra batida, el jugador español gano el Open 1000 de Madrid y, el otro gran acontecimiento fue la fórmula 1 con la gran remontada de Alonso en el Gran Premio de Mónaco, a bordo de un coche que los mecánicos habían montado en apenas 24 horas y que por tanto no se había podido probar.
La victoria de Rafa ante el indiscutible número uno mundial Roger Federer, significa por un lado que en tierra el líder indiscutible es el español y por otro que en los duelos con el suizo Nadal lleva ventaja, consiguiendo ascender a la posición número dos del ranking mundial y confirmando que el manacorí está de nuevo cerca de amenazar el reinado del jugador más grande de todos los tiempos. Está claro que las superficies cuentan mucho en el tenis y que el juego en la arcilla es más adecuado a las características del español, ahora falta que confirme su gran momento de forma en el gran slam de tierra batida, Roland Garros.
En cuanto al automovilismo creo que las palabras sobran, Alonso dio una gran lección de pilotaje pues no solo salió el último y tuvo que adelantar a casi veinte adversarios sino que demostró su gran cabeza ralentizando la marcha cuando alcanzó el sexto puesto con objeto de preservar el coche y los neumáticos. Mención especial hay que realizar a sus ingenieros y mecánicos capaces de montar un bólido en apenas un día y además con la perfección que luego se demostró en la carrera. Si la cosa sigue así es posible que veamos un nuevo campeonato del mundo en manos del asturiano, bueno siempre que Red Bull lo permita.
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