Tras la caída del telón de acero con el final de la guerra fría el bloque soviético comenzó a desmembrarse, por un lado la antigua URSS dio paso a la gran Rusia y las repúblicas asiáticas comenzaron a ser soberanas, por occidente los países que anteriormente constituían el pacto de Varsovia dejaban de estar bajo su protección y se acercaban a los EEUU y a la UE. Este movimiento ha supuesto por un lado la integración de la mayoría de las naciones del Este en el Mercado Común y por otro en la OTAN, acercando la frontera de lo que es occidente a Rusia. Los EEUU no han perdido el tiempo y si por un lado aprovechaban la amistad con los dirigentes rusos en la lucha contra el terrorismo internacional, especialmente el integrista musulmán, por otro llegaban a acuerdos puntuales con los antiguos miembros del Pacto de Varsovia y establecían bases militares en sus territorios e incluso parece que se disponen a instalar un escudo antimisiles en la misma frontera rusa.
Esta evolución de la situación internacional no ha gustado mucho al nacionalismo ruso, que antes de estar preocupado por el desarrollo de su economía y de la democracia, lo está en recuperar el “esplendor” y su posición en el mundo, por volver a ser una gran potencia, así sus movimientos no han cesado de ir en esta dirección desde que Putín es el nuevo zar. Para ello ha comenzado a utilizar la baza energética, transmitiendo a occidente y especialmente a la UE el mensaje de su dependencia energética, más del 25% del gas y del petróleo que se consumen en Europa es ruso. Por otro lado y ante los movimientos de EEUU y de los países de su frontera con la instalación del escudo antimisiles ha decidido no cumplir con el tratado que limitaba el armamento convencional. Así su industria armamentística, que no ha cesado de desarrollar nuevos productos, sigue encontrando compradores entre los países islámicos como Irán o entre las democracias populares que han surgido en la América Latina, amen de los países en guerra continua del continente africano. Pero, no ha cesado ahí su actividad ya que también ha puesto de manifiesto su interés por el Ártico y los tesoros energéticos y minerales que se encierran en sus aguas, la colocación de la bandera rusa por un batiscafo en la última semana así lo indica. Otra muestra de fuerza de Putín es su pulso con el Reino Unido en el caso del espía ruso asesinado.
Parece claro que la situación internacional ha cambiado en las últimas décadas, que se ha pasado de dos superpotencias a una única, los EEUU, pero no debemos olvidar al tigre euroasiático, que si bien tiene grandes dificultades internas en cuanto a libertad y derechos humanos, ha dado paso a un nacionalismo cuyo principal objetivo es recuperar el esplendor de la era soviética y para ello no cesará de utilizar las armas que tiene a su disposición: la energía y la industria armamentística. Considero que occidente ha de andar con más cuidado, no debe de infravalorar a la Rusia de Putín y aunque no debe ceder ante su chantaje tampoco debe ayudar a colocar a esta gran potencia en una situación de aislamiento, sino que debe buscar la colaboración, el beneficio mutuo que permita a los rusos adquirir el desarrollo y el nivel de vida que merecen, así como su presencia internacional. Por ello, la UE y los EEUU deben ser cuidadosos con los nuevos aliados de la frontera rusa, países en los que parece haber surgido un ansia de venganza frente a Rusia, convenciéndolos de la necesidad de ser cuidadosos en sus actuaciones y en sus decisiones, las cuales pueden suponer en ciertos casos hasta agresiones al tigre euroasiático.
Esta evolución de la situación internacional no ha gustado mucho al nacionalismo ruso, que antes de estar preocupado por el desarrollo de su economía y de la democracia, lo está en recuperar el “esplendor” y su posición en el mundo, por volver a ser una gran potencia, así sus movimientos no han cesado de ir en esta dirección desde que Putín es el nuevo zar. Para ello ha comenzado a utilizar la baza energética, transmitiendo a occidente y especialmente a la UE el mensaje de su dependencia energética, más del 25% del gas y del petróleo que se consumen en Europa es ruso. Por otro lado y ante los movimientos de EEUU y de los países de su frontera con la instalación del escudo antimisiles ha decidido no cumplir con el tratado que limitaba el armamento convencional. Así su industria armamentística, que no ha cesado de desarrollar nuevos productos, sigue encontrando compradores entre los países islámicos como Irán o entre las democracias populares que han surgido en la América Latina, amen de los países en guerra continua del continente africano. Pero, no ha cesado ahí su actividad ya que también ha puesto de manifiesto su interés por el Ártico y los tesoros energéticos y minerales que se encierran en sus aguas, la colocación de la bandera rusa por un batiscafo en la última semana así lo indica. Otra muestra de fuerza de Putín es su pulso con el Reino Unido en el caso del espía ruso asesinado.
Parece claro que la situación internacional ha cambiado en las últimas décadas, que se ha pasado de dos superpotencias a una única, los EEUU, pero no debemos olvidar al tigre euroasiático, que si bien tiene grandes dificultades internas en cuanto a libertad y derechos humanos, ha dado paso a un nacionalismo cuyo principal objetivo es recuperar el esplendor de la era soviética y para ello no cesará de utilizar las armas que tiene a su disposición: la energía y la industria armamentística. Considero que occidente ha de andar con más cuidado, no debe de infravalorar a la Rusia de Putín y aunque no debe ceder ante su chantaje tampoco debe ayudar a colocar a esta gran potencia en una situación de aislamiento, sino que debe buscar la colaboración, el beneficio mutuo que permita a los rusos adquirir el desarrollo y el nivel de vida que merecen, así como su presencia internacional. Por ello, la UE y los EEUU deben ser cuidadosos con los nuevos aliados de la frontera rusa, países en los que parece haber surgido un ansia de venganza frente a Rusia, convenciéndolos de la necesidad de ser cuidadosos en sus actuaciones y en sus decisiones, las cuales pueden suponer en ciertos casos hasta agresiones al tigre euroasiático.
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