Cansados de los nacionalistas

La Constitución del 78 fruto del consenso de las fuerzas políticas permitió la instauración del estado de las autonomías como una forma organización del estado parecida al federalismo pero en la que la asunción de competencias se producía bien mediante lo que la constitución indicaba en su articulado o en base a lo que contemplaban los estatutos de autonomía. En unos casos supuso una descentralización del estado y en otras una desconcentración de competencias aunque siempre bajo la tutela del estado central.

El grado de descentralización conseguido es incluso mayor al de los estados federados, especialmente tras las últimas modificaciones de los estatutos de autonomía. Sin embargo, para algunas o mejor dicho para algunos partidos nacionalistas esta autonomía siempre es poca, por ello y ahora que se acercan las elecciones generales los nacionalistas conscientes de la necesidad de marcar diferencias y de satisfacer a las alas independentistas de sus partidos lanzan a la palestra la necesidad de realizar una consulta, un referéndum, en el que el pueblo decida si desea seguir siendo parte del estado español o por el contrario ser independientes mediante la autodeterminación. Estas posturas claramente oportunistas y sobretodo electoralistas se repiten por desgracia con demasiada frecuencia, más cuando como en el caso catalán el verano ha venido con graves problemas de infraestructuras de las cuales siempre el responsable es el estado central, ya que si ellos hubiesen estado en el poder, algunos lo están, no se habrían producido. Estas posiciones reiteradas nos llevan al cansancio, a tener siempre una puerta abierta, la de la forma de estado de España, máxime cuando nos encontramos en un mundo globalizado no solo económicamente sino también políticamente y en el que un estado de ciertas dimensiones siempre tendrá mayor peso específico que un pequeño estado por mucho nivel de vida o desarrollo que posea. La contrapartida pueden ser los comentarios que hace unos meses surgieron en el país vecino, Portugal, donde se planteaba la unión al estado español. Otra contrapartida son las buenas relaciones que los ciudadanos de las distintas autonomías tienen entre sí, las relaciones económicas, sociales, deportivivas, humanas,... pero siempre nos encontraremos con los políticos que, no sabemos si pensando en el bien de sus conciudadanos o en el bien propio, mayor poder personal, lanzan a la palestra una y otra vez estos ataques al estado central. Y por desgracia los medios de comunicación rápidamente recogen la noticia y la amplifican dándole un valor que no todos los ciudadanos consideramos real, pero que por suerte o por desgracia alimenta los demonios de unos y de otros.