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22 junio 2007

¿ Hay que legislarlo todo ? Entonces ¿ y la libertad ?

La capacidad de legislar de nuestros gobernantes es cada día mayor, al final las normas especiales nos rodearan de tal manera que el ciudadano para saber si su actuación está de acuerdo a la ley o no deberá disponer de un diccionario jurídico que tendrá que consultar antes de realizar cualquier actuación.

Existen nuevas normas que son consecuencia de la necesidad de abordar problemas que la ley general no es capaz de tratar de forma adecuada, manifestándose un crecimiento de algunas actuaciones que crean gran alarma social y que por tanto hay que afrontar con mecanismos y procedimientos más específicos y eficaces. Por ejemplo, la leyes que tratan los abusos y malos tratos a las mujeres, o la ley de circulación. En ambos casos existe un incremento de las muertes que hay que atajar como sea, aunque sea a costa en algunos casos de tratar ciertos comportamientos de forma desproporcionada. Por ejemplo, sancionar con la retirada de tres puntos el no uso del cinturón de seguridad o del casco, en comparación con los puntos que se retiran por conducir bajo los efectos del alcohol o las drogas, o por conducción temeraria, parece que en ambos casos se está poniendo en peligro la vida de los demás ciudadanos.

Otro tipo de leyes específicas fueron la ley de partidos, las leyes frente a la actuación de bandas organizadas,( LEY ORGÁNICA 1/1992, DE 21 DE FEBRERO, SOBRE PROTECCIÓN DE LA SEGURIDAD CIUDADANA), como respuesta a las acciones que los nacionalistas vascos de la izquierda radical venían protagonizando, y como forma de impedir que derechos como el de libertad de expresión sirvieran a los violentos en sus pretensiones políticas, al ser prácticamente imposible procesarlos por las manifestaciones que realizaban. Algunas de estas normas se aplican no solo a los violentos de la Kaleboroca sino que se trasladan a los jóvenes que en otras zonas del país realizan el botellón aprovechando las autoridades policiales y de interior el camino que la ley deja , (“La consideración de fenómenos colectivos que implican la aparición de amenazas, coacciones o acciones violentas, con graves repercusiones en el funcionamiento de los servicios públicos y en la vida ciudadana determina, a su vez, la necesidad de un tratamiento adecuado a la naturaleza de dichos fenómenos y adaptado a las exigencias constitucionales.”).

A todo ello y abundando en más de lo mismo hay que unir la situación que el 11M ha generado, al haber aumentado el riesgo de un ataque terrorista realizado por los islamistas que viven en nuestras ciudades. Y por otro lado el boom urbanístico de la costa con grandes cantidades de dinero negro procedente en muchas ocasiones de la droga o del tráfico de armas, ha justificado el incremento de la presencia policial, aumentando su número de actuaciones entre ellas los controles a cualquier hora del día en los que nos vemos involucrados todos los ciudadanos y sobre todo los jóvenes cuando estos se realizan durante la noche. Actuaciones todas ellas justificadas, pero que inciden directamente en nuestras vidas y que provocan situaciones algunas veces agobiantes al ser tratados de forma fría y amenazadora por los miembros de las fuerzas de orden público.

Todo ello me llama a reivindicar los valores del estado liberal, del estado democrático de derecho, en el que los derechos de la persona como el de libertad de expresión, de reunión y manifestación primen y no se vean continuamente encorsetados por normas y actuaciones que día día van socavando a lo más preciado que tenemos los ciudadanos del mundo libre, la libertad.

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