Hay que reconocer que Rafael Nadal es un auténtico ciclón,
un icono para el deporte español y mundial. Tras siete semanas de parón, en las
que se ha dedicado a tratar sus rodillas , se ha presentado en Montreal no para
probar su estado si no para llevarse el torneo, el 25 master mil de su carrera.
Tras una semifinal contra el número uno Djokovic jugada de
poder a poder, a un nivel difícilmente de igualar, entre dos colosos, en la que
el español mostró una vez más su calidad y su ambición, la final con el canadiense
Milos Raonic podía considerarse como un mero trámite, aunque hay que respetar
al contrario y valorar que este joven jugador haya llegado al top ten y además
jugase la final de un master mil. Quizá la bisoñez de Milos, su falta de
experiencia en estas lides y el hecho de tener que enfrentarse a todo un número
uno del tenis pudo con su juego, pues ni siquiera su saque salió a escena, con
todo Rafa profesional como ninguno, jugó una final sin concesiones y salió a
hacer lo que sabe que no es otra cosa que ganar. Apenas una hora de juego y un
doble 6-2 certificaron que Rafa está en forma y que sigue con la ambición de
volver a ser el mejor, su tenis ha evolucionado, ya no es el jugador que todo
lo defendía y que avasallaba por la dureza de ganarle un punto, ahora es un
jugador incisivo que busca el punto desde el primer momento, y que hace valer
su derecha y su saque.
No hay comentarios:
Publicar un comentario