El Sevilla fue a Madrid a llevarse algo positivo, planteando un partido bronco, trabado, en el que era difícil dar tres pases sin que se produjese una falta. Los dos equipos redujeron el campo intentando acumular hombres en el centro del campo e impedir la creación de juego. Los liniers no cesaban de indicar posiciones antirreglamentarias cuando ambos equipos intentaban pases en profundidad que rompiesen el fuera de juego. Para colmo de males el colegiado no sabía lo que hacía, lo mismo pitaba una falta que no existía que no permitia la ley de la ventaja, continuamente echaba mano a su bolsillo para sacar tarjetas a diestro y siniestro, dejando completamente sorprendidos a los jugadores de ambos equipos que al final salieron descontentos con su actuación y que no acabaron de creer lo que estaban sufriendo.
Tan solo una genialidad del argentino Di María rompió el marcador de un partido para olvidar, en el que un jugador como Ronaldo hasta pasó inadvertido y donde el protagonista principal fue el colegiado aragonés.
Y el Almería sin levantar cabeza, ni comenzando el encuentro ganando dos cero fue capaz de mantener el marcador a su favor y ganar su primer partido en casa, así la segunda cada vez está más cerca.
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