Hace un año Nadal caía ante un sueco poco conocido de aspecto poco amigable, pero con un golpe de martillo y un saque espeluznante, el mismo que posteriormente alcanzaría la final de Roland Garros, aquello supuso la pérdida de la corona mundial para el jugador español y el inicio de un periodo de lesiones que unidas a una bajada de moral hicieron que Rafa llegase a ser relegado al cuarto puesto mundial.
Este año tras una etapa americana en la que no logró cuajar ningún triunfo le hemos visto renacer en su ambiente, es decir sobre la superficie de arcilla en la que de nuevo está demostrando que es el rey. Como lo demuestran sus victorias primero en Montecarlo, después en Roma y en Madrid. Como colofon el domingo disputará por quinta vez la final de Roland Garros, y si triunfase de nuevo alcanzaría el número uno.
El juego del español aunque en lo esencial no ha cambiado si le hemos visto más agresivo, con menor ansiedad sabiendo estar a la par para en el momento oportuno apretar y conseguir la rotura del servicio, sus golpes aún conservando sus características, liftados y altos, son más largos consiguiendo incomodar al contrario para en su momento realizar un golpe ganador, incluso su saque ha mejorado salvándolo en momentos delicados. Tan solo lo hemos visto un poco nervioso a la hora de acabar, lo que en algunos momentos de la semifinal han permitido que su oponente entre en el partido y amenazase la victoria del español.
Esperemos que con Soderling tenga la tranquilidad suficiente como para que el sueco no se dispare y que sus golpes sean lo sufientemente incómodos como para impedir que éste lance sus endemoniados golpes.
Si logra ganar será su quinta corona y marcará un hito en la historia del tenis mundial.
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