Ver el palco de cualquier partido de fútbol es observar a dos señores que parecen de lo más aburrido, con caras de circunstancias y sin realizar el más mínimo gesto, todo por el respeto mutuo entre los máximos representantes de los contendientes. Pero otra cosa sucede sobre el campo donde los entrenadores se han convertido en el jugador número 12, a su dirección del juego de sus equipos han añadido su propia actuación, primera ante las decisiones arbitrales quejándose al cuarto arbitro y gesticulando de forma excesiva cuando sucede algo con lo que no están de acuerdo, además ahora se dirigen al entrenador contrario recriminandole sus gestos o sus palabras, no hay nada más que haber visto a los seleccionadores del Barcelona y del Villarreal, o a los del Sevilla y Atletico Madrid, o a Mourinho con el que sea. Ahora la competición se ha animado algo más, si un partido es aburrido basta con mirar a sus banquillos y sino no hay problema porque la semana anterior al partido se juega otro en el que los señores entrenadores se dedican a decir lindezas del equipo contrario, a calentar los ambientes y a contribuir así a que el enfrentamiento del sábado o domingo sea encrespado desde el comienzo.
Este fin de semana asistimos a dos de estos acontecimientos el del Sporting-Real Madrid y el del Villlarreal-Barcelona, en el primero los jugadores y el público parecían haberse concenciado del acontecimiento presionando, insultando, pegando patadas y provocando, en el segundo los que se liaron a la gresca fueron los señores técnicos, que no llegaron a las manos porque estaba el cuarto árbitro de por medio y que no entiendo la razón por la que no fueron espulsados del campo.
Agradezcamos a estos señores que juegan con traje el traer al futbol algo más de espectáculo, o mejor dicho algo más de violencia consiguiendo encrespar a los espectadores además de a los propios jugadores, muchas gracias por su fair play.
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